sábado, 1 de noviembre de 2008

Propuestas del taller realizado en Mar del Plata 29-06-08

Propuestas del taller realizado en Mar del Plata


29 de Junio de 2008


Lo que les presentamos esta semana surge del taller “Superando barreras”, realizado en Mar del Plata el 31 de mayo de 2008 en la Iglesia Reformada Argentina a cargo de Norma Falchetti por el CUEC – Consejo Unido de Educación Cristiana


PROPUESTAS

El grupoexpresa la necesidad de poder elaborar una propuesta con pautas

claras, CONSTANTES y SOSTENIDAS, construir una lista de esas pautas,
involucrando a padres, maestros/as, directivos que creemos, marcarán
a futuro una forma de vida.


Brindar espacios nuevos, creativos, que den contención y posibilidad
al desarrollo de las familias de la comunidad, como personas críticas
y responsables.


Construir PROYECTOS, especificando METAS y planteando OBJETIVOS que permitan la
participación consensuada, desde acuerdos, incluyendo RECURSOS
y HERRAMIENTAS que generen vínculos, que estimulen la
reflexión, la imaginación y la creatividad


Tener en cuenta la dimensión ESPIRITUAL y TRASCENDENTE del ser humano.
Respeto por la diversidad, estimulando la interrelación entre
unos/as y otros/as y revalorizando la relación con DIOS.

CONCEPTUALIZACIÓN

Como producción colectiva se elaboró una síntesis en
la que se volcaron conceptos que permitan “superar barreras” de todo tipo.

La señora María del Mar Marchesi Vignolo, asumió esa
responsabilidad compartiendo la siguiente conceptualización:

“Las instituciones educativas actualmente cumplen diversas funciones
relacionadas a las problemáticas sociales, teniendo nuevamente
que asumir un rol socializador, de contención, apoyo,
acompañamiento y formación que, excede lo netamente
pedagógico. La escuela forma sujetos en su ser esencial, desde
un saber hacer, pero básicamente un saber ser. Este perfil
institucional da cuenta de la interacción de la escuela con la
familia y la sociedad toda.

Es la institución educativa el ámbito por excelencia de
escucha, orientación, contención, acompañamiento,
asesoramiento, atención y gestión de las diferentes
necesidades que hacen al desarrollo del sujeto como ser
biopsicosocial, en formación permanente.

Hoy los procesos que se dan dentro de las escuelas logran articularse
precariamente con la realidad del contexto, guardando escasa relación
con el interés general e igualdad de oportunidades, entre
otras cosas.

Los acuerdos entre sociedad – escuela han perdido vigencia y
redefinir este contrato, significa reestructurar las relaciones entre
ambos.

En el contexto actual la escuela debe redefinir el concepto de contrato, el
cual deberá contemplar la lógica cívica, que
requiere la construcción de un orden democrático; la
lógica doméstica que demanda equidad en la construcción
social e individual del ser humano y la lógica de la
construcción de nuevos conocimientos, que reclama la
distribución del saber ya acumulado.

Uno de los ejes de esta construcción con la intervención con
niños, niñas, adolescentes y jóvenes, tiene que
ser indudablemente, el ejercicio de los Derechos Humanos. Tanto las
iglesias como las escuelas tendrán que convertirse en espacios
de enorme potencialidad a la hora de constituir sujetos que puedan
defender sus derechos y un punto de convergencia para organizar a las
comunidades en torno a sus reclamos por más y mejor educación,
salud, trabajo, vida digna.

La educación es el medio por excelencia que posibilita la
formación de la subjetividad, fuera del ineludible rol que en
ese sentido posee la familia. Tal construcción hará que
el sujeto se defina así mismo/a como tal, ante los otros/as,
hacia los otros/as, hacia el mundo y ante el mundo circundante. Desde
esta subjetividad se vinculará en y con los diferentes ámbitos
de desarrollo de su ser, tiñendo al mismo en una relación
dialéctica e interdependiente, lo cual caracteriza al ser
humano como tal, al poseer la libertad de modificar cualquiera de los
términos de esta relación.

Desde esta mirada es la educación la que viabiliza y al mismo tiempo tiñe
subjetividad, potenciando a la misma en miras de su libertad y
autonomía de pensamiento y acción en tanto pensante y
crítica, o bien la caracteriza como pasiva y receptora de
aquello dado o recibido.

Lo anterior abre el análisis a la relación vigente entre
educación, política y ética; que implica un
cambio en la mirada y en el concepto de persona a la cual se forma,
seres humanos del futuro, con lo que el impacto de la acción
educativa actual, excede lo meramente informativo, objetivo y
material.

La construcción de actores sociales que sean en el otro/a y se
vean en el otro/a logrando en tal sentido, una crítica de lo
que los rodea, de los demás, de sí mismo/a, orientada a
la “superación de barreras” que impidan esa mirada.

Este paradigma de abordaje de la acción del educador/a, conlleva
una responsabilidad ante la tarea que requiere, no solo de aptitudes
sino de actitudes que favorezcan la comunicación, igualdad,
respeto por la diferencia, empatía, autocrítica,
confianza en uno/a mismo/a y en el otro/a:

· Una práctica democrática para entender que, en la
interpelación del otro/a no subyace más que el derecho
y la necesidad de conocimiento y de formación de este sujeto
del que hablábamos en líneas anteriores, que busca
conocer para transformar y desde allí, ser realmente libre.

· Hacer una lectura crítica de la realidad, apropiarse de nuevos
conocimientos e instrumentales para la acción, recrearlos,
movilizar energías propias y de los otros/as.

· Tener voz, apropiarse de la palabra y reconocer que hay otras voces.

Desde este modelo de acción se considera que la infancia resulta ser la
instancia en la cual se comienza progresivamente a vislumbrar el
cambio tendiente a este ser maduro, social y ciudadano/a. En tal
sentido debemos mantenernos alertas en cuanto a que esto no solo
implica proyectar el impacto de la acción, sino hacer ese
futuro presente.

Ese futuro se hace presente y presente en acción, con el poder de la
palabra, si los adultos podemos leer lo que hoy aquí y ahora,
nos dicen desde otro modo de comunicación, que no son los de
los adultos que hemos recorrido ya el camino que pretendemos que
ellos y ellas atraviesen. De tal manera los niños y las niñas,
resultan tener el poder de transformación del futuro en el
presente, si nos comprometemos a interpretar lo que tienen para
decir, si no silenciamos sus lugares, espacios, conductas,
vestimentas, intereses o los recortamos desde discursos de clausura
que además, los y las ubican como amenazantes desde una mirada
de riesgo, pero no como víctimas, sino como victimarios-
victimarias.

La infancia es entonces, la gran oportunidad para las instituciones
donde ella está incorporada (familia – escuela –
iglesia….), es el desafío permanente de formar seres
libres, pensantes y responsables.