sábado, 1 de noviembre de 2008

El sufrimiento como un dilema ético 25-08-06


El
sufrimiento como un dilema ético


“No
el Hombre, sino los hombres habitan este planeta. La pluralidad es la
Ley de la Tierra” (Hanna Arendt- La vida del espíritu)


La
experiencia de la vida nos revela en carne propia, incluso a los más
afortunados, la realidad del sufrimiento. Tomarse al otro en serio,
poniéndonos en su lugar; consiste no sólo en reconocer
su dignidad de semejante sino también en simpatizar con sus
dolores, con las desdichas que por error propio, accidente fortuito o
necesidad biológica le afligen, como antes o después
pueden afligirnos a todos. Enfermedades, vejez, debilidad
insuperable, abandono, trastorno emocional o mental, pérdida
de los más queridos o de lo más imprescindible,
amenazas y agresiones violentas por parte de los más fuertes o
de los menos escrupulosos… Una comunidad política
deseable tiene que garantizar dentro de lo posible la asistencia
comunitaria a los que sufren y la ayuda a los que por cualquier razón
menos pueden ayudarse a sí mismos. Lo difícil es lograr
que esta asistencia no se haga a costa de la libertad y la dignidad
de la persona. A veces el Estado, con el pretexto de ayudar a los
inválidos, termina por tratar como si fuesen inválidos
a toda la población. Las desdichas nos ponen en manos de los
demás y aumentan el poder colectivo sobre el individuo: es muy
importante esforzarse porque ese poder no se emplee más que
para remediar carencias y debilidades, no para perpetuarlas bajo
anestesia en nombre de una “compasión”
autoritaria.


 


Para
pensar


 


 


“Si
yo supiese algo que me fuese útil y que fuese perjudicial a mi
familia, lo expulsaría de mi espíritu. Si yo supiese
algo útil para mi familia y que no lo fuese para mi patria,
intentaría olvidarlo. Si yo supiese algo útil para mi
patria y que fuese perjudicial para Europa, o bien que fuese útil
para Europa y perjudicial para el género humano, lo
consideraría como un crimen, porque soy necesariamente hombre
mientras que no soy francés más que por casualidad”
( Montesquieu)


 


“Aunque
los estados observasen los pactos entre ellos perfectamente, es
lamentable que el uso de ratificarlo todo por un juramento religioso
haya entrado en las costumbres – como si los pueblos separados
por un ligero espacio, solamente por una colina o por un río,
no estuviesen unidos por lazos sociales fundados en la propia
naturaleza – pues esta práctica hace creer a los hombres
que han nacido para ser adversarios o enemigos, y que tienen el deber
de trabajar en su perdición recíproca, a menos que se
lo impidan los tratados. Por el contrario, nadie debería ser
tenido por enemigo, si no hubiera causado un daño real. La
comunidad de naturaleza es el mejor de los tratados y los hombres
están más íntima y más fuertemente unidos
por la voluntad de hacerse recíprocamente el bien que por los
pactos, más vinculados por el corazón que por las
palabras” (Tomás Moro –Utopías)


Extractado
de : Sabater, Fernando, “Ética para Amador”


“No
el Hombre, sino los hombres habitan este planeta. La pluralidad es la
Ley de la Tierra” (Hanna Arendt- La vida del espíritu)